jueves, 27 de mayo de 2010

¿Qué te detiene?

A veces nos encontramos de pie frente a un amplio espacio. Observando desde un punto alto. La oportunidad de dar un gran salto se nos presenta. Tal vez dudamos. Tememos dejar nuestra posición en lo alto y dar ese salto en apariencia enorme. Creemos, tal vez, que la caída nos hará daño. O que, al llegar al fondo, no sepamos a dónde ir. O que no encontremos lo que esperamos encontrar. O que haya peligros insospechados. ¿Brincaremos por cuenta propia o nos veremos obligados a hacerlo?
Y bien ¿cuándo daremos ese salto? ¿Qué nos detiene?

martes, 25 de mayo de 2010

Linaresn!!!

Este viernes fui a Linares, Nuevo León. La intención fue dejar mi documentación para solicitar el ingreso a la Maestría en Ciencias en la Facultad de Ciencias Forestales de la UANL, que tiene sede en dicha localidad.
Por fin, luego de haber estado postergando durante mucho tiempo este trámite. La verdad, me interesó el plan de estudios. Les cuento. Tiene una duración de dos años. A lo largo de ella, se cursan 9 asignaturas obligatorias y 5 optativas, además de 3 seminarios y el proyecto de tesis en sí. Dentro de las materias obligatorias hay algunas que sí me interesan: ecología forestal, utilización de recursos forestales (maderables y no maderables), manejo forestal y conservación de recursos forestales, entre otras. Dentro de las optativas, me interesan: reforestación de zonas áridas y semiáridas, evaluación de impacto ambiental y modelos de hábitats de la fauna silvestre, solo por mencionar algunas.
La Facultad realmente es pequeña, refiriéndome a que tiene pocos edificios. Pero cuenta con mucha extensión de terreno para proyectos de investigación. Tiene además tres viveros, un Jardín Botánico y dos campos experimentales. Y por lo que he visto y me han contado, los profesores tienen excelente nivel. Y al menos regionalmente hablando, la Facultad goza de bastante prestigio por los egresados.
Como comentaba, el viernes fui a dejar mi documentación. Después procede una entrevista preliminar con el subdirector de posgrado, previa cita confirmada por mail o llamada telefónica y el correspondiente pago de derecho a examen, el cual será de dos fases: examen general de conocimientos y el examen de inglés. Ambos programados para fines de junio. Así que ¡a prepararse!
Aproveché ese mismo día para conocer un poco la ciudad. O por lo menos, el centro. Pese a ser la segunda ciudad en importancia del estado, dista mucho de ser tan caótica como Monterrey. Y tiene la ventaja de estar cerca de puntos de interés, como el pueblo de Santiago, Cola de Caballo y el bioparque La Estrella.


En fin, confío en que será una muy buena etapa la que viene. No queda más que ponerle todo el empeño posible y cumplir con este nuevo desafío. Deseo mucho esta oportunidad =)

lunes, 24 de mayo de 2010

¿Y si....?

Ambos permanecían de pie, desnudos, frente al espejo del pasillo. El cabello revuelto, la respiración aun agitada después del sexo. La piel provista de ese brillo peculiar que le da el sudor. 1 abrazaba a 2 por la espalda. Su brazo izquierdo alrededor de sus hombros. El derecho rodeando su torso. Los labios en el punto exacto. Su barba provocando reacciones secundarias donde quiera que pasara. 2 simplemente cerró los ojos y se dejó llevar por las emociones que surgían impetuosas. ¿Valdría la pena emocionarse por algo que bien podría ser efímero? ¿Ese momento, ese "aquí y ahora" sería trascendente? ¿Y por qué preocuparse del futuro? ¿Por qué no mejor vivir sólo el momento? ¿O estaría actuando irresponsable e impulsivamente? ¿Y si decía "no" justo en ese momento, aunque ya hubiesen pasado muchas cosas entre ambos? ¿Y si después se arrepentía de ese "no"? Muchas preguntas agolpándose en un momento en el que lo único que deseaba era mandar al diablo tantas dudas y entregarse de nueva cuenta a aquel que tanto le había gustado desde ese primer intercambio de miradas. Abrió los ojos. Y esa misma mirada que lo detuvo en público estaba posada en él. Ahora en privado. Se miraron largo rato a través del espejo. En silencio. Y la sonrisa que se dibujó en el rostro de ambos calmó sus inquietudes.

lunes, 17 de mayo de 2010

Volver al terruño

Desde arriba, la perspectiva, tanto del paisaje como de los acontecimientos por venir, luce de maravilla.
El sol se pone en el horizonte y señala el fin de otro día de labores. Y marca la inminencia del arribo a la ciudad.

Empieza un nuevo día. En la misma ciudad que muchas veces me vio caminar por esas viejas calles del centro y contemplar sus edificios que, aunque modestos, no están exentos de belleza.

Y asomarse por viejos balcones y encontrar escenas que bien recordarían al Macondo de García Márquez.

E impregnarse del colorido de sus árboles en floración.

Y del calor y el color del trópico.
Y tratar de entender su intrincada arquitectura vegetal.
Mientras se camina por Plaza de Armas (a la que más de una vez le decían "la borracha", porque siempre estaba tomada XD).
Plantándome un buen rato frente a la iglesia de la Conchita. De las pocas edificiaciones antiguas que perduran en la ciudad y que sobrevivió a la época de persecución religiosa de los años 20 y 30.
Mientras antiguas miradas rotas contemplan el acontecer diario.
Y el intenso sol proyecta sombras en las arcadas.
Y hay quienes intentamos constantemente aprender de los pasos.
Y vemos el río fluir debajo de nosotros. Cuando deberíamos fluir junto con él.
Y el Grijalva acaricia la ciudad, y trae vida. Y es el centro de muchas actividades. Así como también es motivo de preocupación al aumentar su nivel. A veces con consecuencias drásticas. Sin embargo, es imposible pensar en Villahermosa sin este río.
Y el reencuentro con viejos amigos. Que son entrañables, pese a su constante rehuir de las cámaras.
En cambio, otros parecen estar más dispuestos a posar para la lente.
Este no tiene opción. No hay forma de que la foto salga movida porque el sujeto no se esté quieto...
Y las orquídeas nuevamente floreciendo.
Para después despedirme de nuevo de esta tierra. Y observarla desde el aire.
Y mientras el golfo sobrevuela el Golfo, queda la certeza de un próximo retorno.

martes, 11 de mayo de 2010

La mirada.

Allí, en un claro de la selva. Fija, férrea e imperturbable. Observando no se sabe bien qué punto del horizonte. O muy probablemente esos ojos estaban más bien puestos en el pasar de los siglos. A contemplar cómo los restos de la civilización que los creó se cubrían paulatinamente de vegetación y hojarasca. Para ver cómo la selva reclamaba lo que por derecho le corresponde. Invadiendo de humus y musgo las sagradas piedras y los altares ya vacíos de ofrendas humanas, echando raíces profusamente entre las chozas, palacios y pirámides. El personaje portador de esa mirada permanecería anónimo, así como las razones que movieron a todo un pueblo a buscar enormes bloques de basalto en montañas lejanas y trasladarlos a través de vastos ríos y pantanos hasta su centro ceremonial para dejar grabada en ellos su expresión. La impresión de su rostro. El inherente deseo del espíritu humano a dejar una huella de su paso por este mundo. La búsqueda de grandeza y la permanencia de su recuerdo. Tal vez sabio gobernante, tal vez fruto de la imaginación del artista, tal vez jugador de pelota decapitado. Esa mirada soportaría siglos de soledad absoluta, de olvido, de exposición a los elementos. Esperando. Pacientemente. Para resurgir y volver a ver el mundo que le vio ser creada. Para ser vista cara a cara por otros ojos, otros rostros, otras mentes. Para maravillar a algunos e intrigar a otros. Para continuar escudriñando el paso inmutable del tiempo. Y que las generaciones por venir, si lo desean, se vean y se encuentren en ese par de antiquísimos ojos.

martes, 4 de mayo de 2010

Salto del Tigre en domingo...

500Este fin de semana aproveché y fui a Ciudad Victoria a visitar a unos amigos que gustan mucho de salir en expediciones a diversos puntos del estado. Así que alisté mis chivas y el viernes en la tarde estaba en la terminal de autobuses en Reynosa, con unos flamantes 40º C, esperando el bus que me llevara a Victoria. El sitio a visitar en esta ocasión fue el Salto del Tigre. El Salto del Tigre es un sitio de recreo de mucha gente de la región, quienes acostumbran visitar el sitio especialmente los fines de semana. Ubicado en el río Santa Engracia, en el municipio de Güemez, aproximadamente a una hora de Ciudad Victoria, el sitio tiene una particular belleza debido a la corriente de agua que baja de la sierra, además de verse enmarcado el panorama con enormes árboles de sabino y ahuehuetes, que dan bastante sombra, y por el paisaje de la sierra y los cantos de muchas aves que aquí habitan. Nos dispusimos a salir de madrugada, para hacer coincidir el arribo al lugar con la salida de sol y hacer más cómodo el recorrido, dado que serían (me habían dicho) más de 7 Km. de recorrido para llegar a las pozas más apartadas, a donde no llegan los turistas. Acompañé al Tocayo, Aarón y Adrián (un amigo suyo), además de dos féminas muy, pero muy perras: Izzie y Lexie =P.
Fue padre ver el río tranquilo a esa hora, sin vehículos, ni música a todo volumen, ni las pilas de basura que suelen generarse. Sólo el sonido del agua, el viento soplando en los árboles, la algarabía de los cotorros y cantos de muchas otras aves. Como la temperatura aun no aumentaba, esta parte del trayecto fue bastante cómoda.

El río, en realidad, es una corriente intermitente, que se ensancha y estrecha en diferentes puntos y en otros tantos incluso desaparece bajo el subsuelo para reaparecer más adelante entre las rocas. Con el paso del tiempo, se han formado grandes paredes verticales que toman diversos matices conforme transcurre el día. La vegetación en las orillas del río es abundante y frondosa. En tanto que en las laderas de los cerros abundan los cactus, agaves y árboles resistentes a la sequía.
En algunos puntos del camino hay que cruzar el río brincando sobre las piedras. Requiere equilibrio y bastante agilidad para evitar caer al agua y mojarse los pies antes de tiempo. Decisiones, decisiones!!! A la derecha o a la izquierda?? No, pues que a la izquierda. Y ahí vamos. Empezamos a apartarnos del río y a internarnos en el cerro. Subiendo constantemente. Con mochila a cuestas es un poco más difícil. Y la hojarasca no ayudaba. Era como estar entrenando en una caminadora con el máximo de inclinación y alta velocidad =S El punto es que la señal para saber que nos aproximábamos al sitio que buscábamos eran los pinos. La subida en algunos puntos era bastante pronunciada. El corazón latía acelerado. La respiración agitada. Las piernas adoloridas, jaja ¡qué buen trabajo de cardio! Pero ni los pinos ni las pozas hacía su aparición. Sin embargo, la vegetación era bastante interesante. Con muchos árboles de encino, además de palmas con grandes frondas y flores de diversos tamaños y tipos. No vimos mucha fauna. A excepción de invertebrados y muchos cantos de aves. Incluso un polluelo de alguna especie de ave terrestre (tal vez un tinamú, o gallina de monte) que estuvo a punto de ser atrapado por las perras, pero se pudo salvar, afortunadamente. Ah, y muchas mariposas.

Para ese entonces, ya llevábamos más de 2 horas caminando (o más bien, ascendiendo). Hasta que finalmente aparecieron los primeros pinos. Un poco más de caminata, con la esperanza de que en algún momento el camino iniciara su descenso por la ladera del cerro hasta el río. Seguimos avanzando y el camino no descendía. Por el contrario, iba primero en línea recta y, al parecer, seguiría ascendiendo hasta la siguiente cresta. Parada necesaria. Camino equivocado =( Fácilmente estábamos a 1000 msnm o más, inclusive. La quebrada donde corre el río se observaba muy, muy abajo. Y además, en un rumbo que no correspondía con la ruta que habíamos tomado. ¿Decisión? Regresar por el camino hasta donde cambiamos de rumbo. Sin embargo, desde allá arriba la vista era espléndida.

Pero antes de ello, un breve descanso en la cima y comer, para lo cual también íbamos listos.
Nos habíamos llevado poco más de medio día ascendiendo desde el río hasta el punto en que nos encontrábamos. La bajada fue cosa de niños. En casi dos horas ya estábamos de regreso en el río. Todos adoloridos por el esfuerzo, jaja, pero aun de buen ánimo. Y resulta que por el otro camino se llegaba más rápido a las pozas ¡PLOP!

Lo primero al llegar, dejar libres los pies. Qué bueno que era un lugar al aire libre. Si no, más de uno habría caído fulminado =P Y la sensación de descanso al quitarte la mochila de los hombros y poderte estirar a gusto y mandar a volar la ropa, como dice el comercial, no tiene precio. Después de esperar un buen rato (digo, para enfriar el cuerpo) ya estábamos listos para el chapuzón. El agua al primer contacto se siente fría, dado que baja de la sierra. Una vez que el cuerpo se acostumbra, lo que da frío es salir del agua. Las piedras del fondo están cubiertas de algas, por lo que son resbalosas y hay que andar con cuidado para evitar ranazos y torceduras de pata. Al sumergirse, la visibilidad es excelente. La claridad del agua es insuperable. Lástima que mi cámara no sea sumergible.
Sesiones de fotos, descansar un rato. Al caer la tarde, emprendimos el camino de regreso. Y con el sol poniéndose detrás de los cerros, culminó esa visita y ese día. Volver a Victoria, tomar el autobús a Reynosa y llegar a casa a dormir fueron sólo el complemento de lo vivido en ese lugar.


¡Y a planear la siguiente salida!