20 años se cumplieron este mes del fallecimiento de una de las estrellas de cine más importantes del siglo XX: Marlene Dietrich.
Si habría que describirla en una sola palabra, esa sería: sofisticada.
Pero también podría decirse de ella: ambigua.
Dueña de una mirada que lo mismo era mezcla de languidez que de explícita soberbia. Creó y vivió todo un mito alrededor de su persona. Adjudicándose una aureola de mujer fría e inaccesible.
Sus capacidades histriónicas bien podrían ser tema de debate. O las tenía o no. Sin embargo, supo manejar bien su carrera, escogiendo los papeles que mejor le salían: los de mujer fatal. Y tenía recursos para hacerlo.
Icónicas son sus imágenes. Como aquella en la que, sentada, muestra provocativamente las piernas mientras su mirada cruza su hombro derecho y canta con abandono "Enamorándome de nuevo".
O el haber registrado para la historia del cine la primer escena de un beso lésbico.
O esta otra imagen la cual, si la comparamos con reinterpretaciones más contemporáneas, nos será familiar.
Hasta cierto punto hermética, no obstante su vida privada siempre fue objeto de especulaciones. Si algún tema en específico dio de qué hablar, fue su velada rivalidad con otra diva del cine: Greta Garbo. Un supuesto romance juvenil truncado entre ellas ha sido el argumento del alejamiento que tuvieron toda su vida.
Igual de comentados fueron sus romances lésbicos. Varias estrellas se encuentran en la lista: Dolores del Río, Claudette Colbert, la escritora Mercedes de Acosta e incluso la mismísima Edith Piaf.
Menos familiares nos sean tal vez sus últimas presentaciones en la pantalla. Ya longeva, sin embargo, seguía conservando esa aureola de glamour que tanto le gustaba ostentar. Pelucas y lujosos vestidos le ayudaban con ese cometido. Incluso se comenta que, bajo las pelucas, se hacía apretadas trenzas con tal de estirarse levemente la cara.
Igual de comentados fueron sus romances lésbicos. Varias estrellas se encuentran en la lista: Dolores del Río, Claudette Colbert, la escritora Mercedes de Acosta e incluso la mismísima Edith Piaf.
Menos familiares nos sean tal vez sus últimas presentaciones en la pantalla. Ya longeva, sin embargo, seguía conservando esa aureola de glamour que tanto le gustaba ostentar. Pelucas y lujosos vestidos le ayudaban con ese cometido. Incluso se comenta que, bajo las pelucas, se hacía apretadas trenzas con tal de estirarse levemente la cara.
3 comentarios:
y cínica, y conchuda
única
Jaja, define "conchuda". Pero sí, única en su género.
que no se agita ni se violenta por lo bueno o lo malo que la vida le da
que le bastaba ser ella porque sabía lo que era y lo que creia
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