jueves, 17 de diciembre de 2009

Viajando al sur

Estas últimas semanas han sido de mucho movimiento acá en el trabajo....
Primero, la compañìa cambió su ubicación. Y fue de ir de Guatemala a Guatepeor, jaja. Lo digo por el rumbo en el que están las nuevas instalaciones, que por una parte me quedan súper lejos y, además, es una colonia bastante feíta. Esto principalmente porque: 1) No está pavimentada 2) Por ende, cuando llueve se forman unos lodazales horribles 3) No hay un super o por lo menos un Oxxo donde ir a comprar (lo más cercano es un Chedraui que está casi a 1 km de distancia) 4) Ahora tego que tomar dos microbuses y a veces el tiempo de espera es tanto que mejor opto por un taxi, en detrimento de mi economía "mochilar" (es que ahí siempre guardo el dinero =P). Pero bueno, ni qué quejarse, porque de aquí sale pa´la papa y las chuletas. Así que a apechugarle y organizarme mejor con los tiempos.

¿Apechugar? ¿Como esta pechuga de pollo en forma de Australia?

Y bueno, en esta nueva ubicación de las oficinas hay algo bueno. Y es que a corta distancia de aquí hay una laguna que se llama la Escondida. Y en esta temporada del año se ve muy padre, por la cantidad de garzas, pelícanos y sobre todo, patos que llegan a este lugar a descansar y alimentarse. Me llaman la atención los patos, debido a que vienen migrando desde el norte de E.U. y Canadá a pasar el invierno en estas latitudes y aun más al sur. Estando en campo también es común observarlos en los estanques para el ganado. Y también se observan y se oyen las parvadas de gansos en su ruta migratoria y su característico vuelo en V.


El frío ha estado intenso, pero afortunadamente, no es de todos los días. Ayer estuvimos a 5º C y con un clima muy lluvioso, lo que acrecienta la sensación de frío. Lo feo es salir a campo con estas bajas temperaturas. Es engorroso transitar entre el monte con las chamarras encima, porque uno se enreda en todas partes. De hecho, estuve enfermo la semana pasada por los cambios de temperatura. Pero ya, todo perfecto.

Tengo manita, no tengo manita, porque la tengo bien congeladita =P

Y, a pesar del frío en campo, hay cosas interesantes que ver y fotografiar. Este conejito por lo menos se mantuvo quieto el tiempo necesario para un buen par de tomas.

Y no hubo mayor problema para fotografiar a este güey:

Y ya tengo mis boletos de autobús para ir a Tabasco a pasar Navidad y fin de año con la familia. Van a ser como 22 horas de viaje, así que tendré que llevar un buen par de libros o algo en qué entretenerme en el trayecto, porque luego la selección de películas del autobús no es siempre de mi agrado =P. Espero pasarla tranquilamente con mi mamá y mis hermanos. Por cierto ¿encargan algo de allá? ¿Chocolate, polvillo, quesos, chile amashito en vinagre, pitahayas, salsa de habanero, dulce de coco, nance curtido, pejelagarto asado, un tabasqueño? Recibo propuestas, jeje.


Felices fiestas y los mejores deseos!!!

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Cuitlachcoyotl

La luna brillaba a plenitud en esa fría madrugada sobre los picos más altos de la sierra. Su luz azulosa se reflejaba en la escarcha formada sobre los troncos de los encinos y en las pencas de los agaves, matizándolo todo con un aura fantasmagórica. Una lechuza ululaba, atentos sus oídos ante el más leve sonido que indicara la presencia de una presa. Su silueta durante el vuelo silencioso era la única señal de vida a esa hora. Un gordo ratón imprudente vino a calmar su creciente apetito.
Acurrucado en una madriguera abandonada, Gris trataba de conciliar el sueño. El intenso frío se lo impedía. También la herida latente en su anca derecha, producto de su última pelea con una bandada de coyotes por los restos putrefactos de un borrego cimarrón. Hecho ovillo, con el morro acomodado en la cola, el vaho de su propia respiración le proporcionaba algo de calor. Su estómago gruñía. Hacía semanas que no probaba un buen bocado. La poca carne que le quedaba al borrego estaba en una condición tal que no tardó en vomitarla después de haberla comido. Sentía poca energía. Dos días antes los perros del ranchero lo habían correteado durante varias millas cuando quiso hacerse de uno de los becerros del rebaño, y tuvo suerte de que el ranchero no lo matara a tiros porque éste tenía mala puntería y porque, además, un oso negro se apareció de la nada, distrayéndolo de su labor de caza. Jadeante, fatigado y lleno de espinas había vagado de aquí para allá, sin ver nunca a uno de los suyos, por territorios desconocidos,. Territorios que fueron alguna vez propiedad de otras manadas.
Manada…cuán extraña y distante le parecía ahora esa palabra. Poco quedaba en él que hiciese pensar que en algún tiempo perteneció y lideró una de las manadas mejor organizadas y más poderosas de la comarca. Juntos vivieron tiempos de bonanza, juntos fueron los lobos más respetados en millas a la redonda. Vinieron, sin embargo, tiempos difíciles. El conflicto constante entre la vida silvestre y los intereses humanos comenzó a cobrar sus víctimas. Uno a uno sus congéneres fueron cayendo. Abatidos a tiros, envenenados como ratas, capturados en humillantes trampas. Se puso precio a su cabeza, la guerra fue sin cuartel y no conoció límites en cuanto a crueldad y devastación. Tenidos por sabandijas, temidos como alimañas, en ningún lado estuvo segura su existencia, excepto en los picos más elevados de las montañas y en los valles remotos perdidos en lo profundo del bosque. Cada día se hicieron menos frecuentes los aullidos al atardecer. Los pocos que se escuchaban, más que saludos o mensajes de regocijo, eran profundos lamentos por lo que fue y ya no habría de ser. Gris vio irse a sus padres, sus hermanos, su loba y su última camada de lobeznos. Uno a uno, sin posibilidad de hacer algo por solucionar la situación. De manera instantánea o en medio de una terrible agonía. La única opción era huir con los pocos que le quedaban. La tristeza dio paso a la más honda desesperación.
Todo esto recordaba Gris esa fría madrugada. Muchos pensamientos se agolpaban en su mente. Hambre, frío, cansancio, odio a los humanos, miedo, espinas clavadas, heridas abiertas, pulgas, frío intenso, tengo que comer, malditos humanos, me comeré a sus perros, muerte, mi manada, sangre por doquier, más frío, que ya amanezca, carne podrida, heridas latentes, coyotes infames, fui líder, soy nada, hambre, hambre, HAMBRE, venganza, miedo….SOLO….ESTOY SOLO…SOY EL ULTIMO….y al llegarle estos pensamientos sintió una oleada creciente que venía desde su interior. Una sensación imposible de describir, un sentimiento…furia contenida como un enorme nudo en las entrañas y que pugnaba por salir, apretando su esófago y haciéndolo temblar aun más que el frío. Un repentino e irresistible impulso le hizo ponerse de pie, y cerrando los ojos y levantando el hocico rompió el silencio de esa madrugada con un lastimero aullido. La lechuza sobre el encino giró su cabeza ante este súbito sonido espectral, cargado de melancolía, de soledad, de desamparo. Gris prorrumpió en nuevos aullidos, ahora más fuertes y prolongados. Poco le importó que con ello delatara su paradero a los rancheros y cazadores. Por cada nota in crescendo, las paredes de granito de las montañas le respondían de manera amplificada, rebotando su eco en todas direcciones, dando la impresión de que se hallaba rodeado de más lobos, como en los viejos tiempos. Gris se sintió acompañado, se le figuró escuchar el tono grave de su padre en su propio eco. Las notas agudas de su pareja, los chillidos y ladridos de sus cachorros. Y su aullido tomó un cariz diferente. De esperanza, de que tal vez muy pronto se reuniría con ellos en quién sabe qué ignoto lugar. Su canto fue descendiendo en intensidad. Las últimas reverberaciones del eco resonaron en los cañones y picos de la sierra. Y todo volvió a ser silencio.
Gris permanecía de pie. Su anca derecha, temblorosa. El dolor, punzante. Sobre el horizonte, una tenue luz se asomó. Primero en tonos rosas, que se convirtieron en amarillos y naranjas, para dar paso a un resplandeciente rojo. Había amanecido. El silencio, sin embargo, continuaba. Gris estaba a punto de echar a andar cuando un sonido lo detuvo en seco. Paró las orejas, atento a la naturaleza y dirección del sonido. No, no era el rugido del puma, ni los alaridos de los coyotes, ni el ronco sonido del oso. Era…sí, un aullido de lobo!!! Lejano y apenas audible. Pero esperanzador….

lunes, 7 de diciembre de 2009

La muerte pende de un hilo


La muerte pende de un hilo
Cargado originalmente por Noé García

El continuo conflicto entre los ganaderos y la fauna silvestre ha cobrado otra víctima. En este caso, un ejemplar de lince (Lynx rufus) que encontré hace algún tiempo en un rancho en el municipio de Reynosa. Esta especie es relativamente común en el estado. Sin embargo, acciones como ésta, repetidas en constantes ocasiones, pueden girar desfavorablemente la situación para este felino.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Tamauli-pics

Comparto algunas imágenes captadas en diferentes partes de Tamaulipas durante los más de 2 años que he estado viviendo acá. Espero les gusten =)
Luz incidente sobre campo de sorgo. Mpio. Camargo
Parque Ecológico "Los Troncones". Ejido La Libertad, Mpio. Victoria.

"...Será como arbol plantado junto a arroyo de aguas. Que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae". Parque "Los Troncones". Mpio. Victoria.

Valle en la Reserva de la Biósfera "El Cielo". Mpio. Gómez Farías
El pueblito de San José, dentro de la Zona de Amortiguamiento de la Reserva de la Biósfera "El Cielo". Mpio. Gómez Farías.
Cascada artificial. Paseo Méndez. Ciudad Victoria.
El estanque del Parque Tamatán. Ciudad Victoria.
Concha acústica al atardecer. Matamoros.
Sierra de las Cucharas desde el pueblo de Gómez Farías. Puerta de entrada a la Reserva de la Biósfera "El Cielo".
Deshilachando nubes, en algún punto de la carretera. Mpio. Méndez
Ciudad Victoria desde el Museo Tamux.

Estructura a contraluz. Museo Tamux. Ciudad Victoria.