viernes, 14 de enero de 2011

El Inicio

Perdiéndose en el vasto mar interior del embalse, la embarcación avanza. A bordo lleva el Objeto. Los tripulantes saben cuán laborioso fue haberlo obtenido, después de haber cruzado serranías con tal de conseguirlo. Tampoco fue fácil arrebatarlo a la comunidad que lo resguardaba. Fue necesario primero cierta dosis de diplomacia, otra tanta de audacia y mucho de desvergüenza para, al final, hurtarlo. Salieron a relucir los machetes, su filo alumbró la oscuridad de aquella madrugada, en tanto que los ladrones huían a través de la selva llevando consigo el preciado Objeto. Sorteando los peligros que ésta encierra. Habían perdido a Villegas, quien en la huida no se fijó donde pisaba y fue a caer a una profunda sima abierta en la piedra caliza del cerro. Fracturas, picaduras de insectos, encuentros con víboras. Ninguno de ellos se encontraba del todo ileso. Al gordo Rosique se le descompensó la glucosa. Se desmayó en el último tramo y tuvieron que dejarlo abandonado a su suerte. Venían pisándoles los talones y habría sido una monserga cargarlo todo ese último tramo hasta la lancha. ¿Qué más daba, una pérdida humana, si ya tenían lo que tanto buscaban? Todos ellos ya veían lo que vendría. Entrevistas, proyección internacional, fama, dinero. Lo que todos buscan. Este episodio sería tan solo un mal sueño, un breve resbalón en el escalafón al éxito que tanto buscaban y que tanto les había eludido. No más burlas, no más escarnios. Les harían tragarse sus palabras. Uno a uno. A todos los que dijeron que iban en pos de un mito. A quienes les cerraron puertas. Ahora tendrían el regocijo de verlos retorcerse hasta las heces por la envidia. Con ese Objeto, tenían el futuro asegurado.
Todo eso pensaban mientras la lancha se abría paso contra el caudal del río. La luz del día ya alumbraba plenamente y dibujaba en el horizonte la silueta azulosa de los cerros cubiertos parcialmente de niebla. Por sobre el ruido del motor aun alcanzaban a escucharse los llamados estruendosos de los monos saraguatos sobre las copas de los árboles. El Objeto iba bien resguardado. Los de la lancha pensaban que éste había cambiado de dueño. Lo que no sabían es que, en realidad, las cosas eran al revés. Pronto se darían cuenta de ello...

2 comentarios:

AlexCerati dijo...

Uy! Buenísimo, mucho más bueno que el tamal que cené mientras lo leía. ¿Continua?

EsInefable dijo...

Thumbs up.
=)