¿Quién se imaginaría que de la resina de un árbol pudiese originarse un material tan bello y tan preciado como el ámbar? Millones de años fueron necesarios para que los exudados de las cortezas de antiguos ejemplares de flora se vieran transformados en piedras, muchas veces de gran tamaño y valor para los coleccionistas.
Ya desde la antigüedad se le atribuía un alto valor como objeto suntuario. No cualquiera podía tener una pieza de este material. Su uso se limitaba a piezas decorativas propias de la aristocracia.Su origen se ubica en la resina de árboles que existieron hace muchos millones de años, de 25 a 40. Especies tales como Pinus succinifera, de la cual se formó el ámbar que se encuentra en Europa, o Hymenaea courbari, una leguminosa ya desaparecida, pero que tiene parientes cercanos en la actualidad conocidos en nuestro país bajo el nombre de guapinol, de la cual se originó el ámbar que es posible encontrar en el continente americano, especialmente en República Dominicana, Nicaragua y México.Esta variabilidad en las especies de origen también da lugar a diferencias en su estructura y composición. No es de naturaleza mineral, al tener un origen orgánico, y no posee una estructura cristalina. Su coloración puede ser muy variable, existiendo hasta 250 colores y matices, dependiendo de la procedencia. El color más común es el ámbar amarillento, aunque también los hay rojos, naranjas, blancos, café, verde azuloso y "negro" (que en realidad, son tonos oscuros de otros colores). Más raro es hallar piezas de color azul, verde o transparentes. Los elementos constituyentes son los que determinan principalmente dichas variaciones de color.
Muchas piezas de ámbar, al ser halladas, muestran inclusiones. Es decir, que al momento de originarse, englobaron dentro de ellas objetos tales como hojas, ramitas, flores e incluso insectos, anfibios y reptiles. Las piezas con estas características son de elevado valor, especialmente para los paleontólogos, quienes así pueden tener evidencia física de la flora y fauna de aquel entonces.
En México, son conocidos los yacimientos de ámbar de Chiapas, específicamente del pueblo de Simojovel, una localidad indígena en la parte centro-norte del estado. Aunque también se le encuentra en yacimientos en los municipios vecinos a éste. Aquí, en minas a cielo abierto o mediante túneles excavados en las laderas de los cerros, se llega a los depósitos de carbón mineral que se sabe contienen ámbar. Una vez extraído, se somete a un proceso de tallado y pulido para darle la forma deseada para su comercialización. En este lugar se extrae cerca del 90% de la producción nacional de ámbar, unos 290 kg al mes. Siendo el único estado productor hasta la fecha, Chiapas ha obtenido la denominación de origen del ámbar mexicano.
Una bella forma de ver al pasado, sin duda.