Aunque últimamente ya no leo tanto como antes, lo cual es un grave defecto, hay varios libros que, a lo largo de mi vida, por una u otra razón se han vuelto mis favoritos. Los enlisto a continuación:
1.- Cien años de soledad.- La nada sencilla saga de la familia Buendía y el surgimiento, auge y ocaso de ese pueblo de leyenda llamado Macondo, en un principio perdido en la inmensidad de la selva y aparentemente aislado del resto del mundo por una vasta ciénega. Confieso que no fue un libro que haya digerido fácilmente desde un principio. Fue en la época de la prepa cuando empecé con la lectura de este libro, aunque en ese momento muchas cosas no las entendía, así que lo dejé inconcluso. Ya en la universidad es cuando retomé la lectura, no sólo de ésta, sino de muchas otras obras del mismo autor. Y me considero, si no fan, por lo menos asiduo lector de sus libros.
2.- La leyenda del lobo cantor.- De George Stone, un poco conocido escritor estadounidense. Tendría yo como 5 años cuando mi hermano mayor me lo leyó por primera vez. A mí, que siempre me ha llamado la atención todo ese asunto del mundo salvaje, me empezó a interesar. Conforme aprendía a leer, fue uno de los materiales con los que practicaba. En esta fábula (más que leyenda) se cuenta de tiempos antiguos en que los lobos perdieron la facultad de aullar, por considerarlo un acto indigno de ellos y propio de criaturas inferiores. Se narra, sin embargo, la lucha de un individuo solitario por restaurar esa costumbre en su especie, aun padeciendo la incomprensión y la abierta agresión de sus congéneres. Con un lenguaje sencillo, pero poético, el autor describe asimismo todo ese maravilloso ambiente de las praderas norteamericanas, un paisaje que desafortunadamente cada vez existe menos.
3.- Antes que anochezca.- La autobiografía de Reinaldo Arenas, escritor cubano que, durante la revolución en la isla, se enlistó en el ejército castrista para, después, ser ferviente militante del socialismo y después, desencantado del mismo, se volviese un firme opositor al sistema. Esto, aunado a su abierta homosexualidad, le propició numerosos enemigos públicos, la persecución del régimen, el encarcelamiento y la censura de su obra. Más allá de las descripciones de sus encuentros eróticos, la obra es un reflejo de lo que muchos cubanos pensaban (y piensan) sobre el ejercicio de poder de Fidel Castro. Sin rodeos, y sin dorar la píldora, Arenas da una crítica contundente, no solo del gobierno de la isla, sino también de muchas figuras públicas. Lo cual hace que uno, como lector, conozca ambos lados de la misma moneda.
4.- El río.- De Wade Davis, explorador estadounidense al servicio de la National Geographic Society. La obra es un recuento de las hazañas de Richard Evans Schultes, destacado botánico del siglo XX quien descubrió una enorme cantidad de plantas desconocidas hasta ese momento para la ciencia, todo ello en la cuenca del Amazonas, en Sudamérica. A la par, el libro narra las experiencias del autor junto a un colega en la tarea de realizar todo un estudio etnográfico, botánico y hasta químico de la planta de coca. Este libro lo leí cuando estaba por finalizar la licenciatura, y debo decir que me motivó mucho a seguir con lo que me gusta: las plantas =P
5.- La noche de Tlatelolco.- Más que un libro, es la recopilación de testimonios que realizó Elena Poniatowska a muchos involucrados en el movimiento estudiantil del 68, particularmente de los sucesos del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas. Recuerdo que mi hermano mayor compró ese libro cuando yo estaba en cuarto año de primaria. Antes de ello, en alguna ocasión él y sus amigos habían rentado la película de "Rojo amanecer". Fue una experiencia impactante para mí, en el sentido de que antes de ello tenía otra idea del ejército, además de no imaginar hasta dónde podía ser capaz de llegar un gobierno con tal de guardar una imagen ante el extranjero. Más aun, el hecho de ver en el libro una fotografía de un niño muerto con un balazo en el pecho (y que ese niño parecía tener mi edad de aquel entonces) fue...traumático, hasta cierto punto. Pero también me hizo querer saber más al respecto.
6.- Cuentos de la selva.- De Horacio Quiroga, escritor uruguayo. De este libro me gusta la candidez, el humor, lo colorido de sus narraciones y la forma en cómo el autor de inmediato te transporta a ese ambiente que quiso retratar: el de la selva de Misiones, en Argentina. Todo a través de relatos pequeños en los que animales de la región viven situaciones que los ponen en aprietos, como consecuencia de lo que hacen o no hicieron. Es de los libros que, aunque lo leí ya de grande, significó regresar brevemente a la niñez, porque fue la época en que más imaginaba cosas semejantes a las descritas en sus cuentos.
7.- Fahrenheit 451.-Sin duda, uno de los mejores relatos de ficción del siglo XX. De la pluma de Ray Bradbury, da una visión de un futuro en el que el sistema manipula a la ciudadanía al grado de negarle el acceso a la lectura y al libre pensamiento argumentando que ello sólo estresa a la gente y la vuelve infeliz. Para evitar eso, el gobierno impulsa el desarrollo tecnológico, con la idea de que dándole a la población más y más artefactos, ésta olvidará sus problemas. No sólo eso, la descripción de la persecución sistemática que el gobierno ejerce contra quien aun osara tener entre sus pertenencias un libro resulta escalofriante. Es, en suma, la conversión de Montag, el bombero protagonista de la historia, de un instrumento del sistema a un disidente del mismo, con las respectivas consecuencias.
8.- Doña Bárbara.- La obra de Rómulo Gallegos. Un ambiente salvaje, donde predomina la ley del más fuerte. O, en este caso, del más astuto. Una mujer que llega a ser dueña y señora de extensas propiedades, y donde no imperaba más ley que la suya. El escritor plasma, por un lado, la naturaleza violenta y bárbara de su país en la personalidad de la protagonista, en tanto que contrasta con el carácter férreo, pero comprensivo de su contraparte masculina: Santos Luzardo, quien es visto como un símbolo del progreso en una región dominada por la ignorancia y la superstición. La obra, más allá de su naturaleza narrativa, era un llamado al despertar de la conciencia nacional y a sacudirse el yugo de la dictadura que en ese momento imperaba en ese país.
9.- Gorilas en la niebla.- Lo confieso, primero vi la película, después me di a la tarea de leer el libro. Dian Fossey, sin ser científica, ni haber tenido formación de bióloga de campo, logró tener tal grado de acercamiento con la sociedad de los gorilas que no cabe duda que la aceptaron como una más de ellos. Para quienes no lo han leído, el libro narra las experiencias de la autora, desde el momento en que por un impulso espontáneo decidió viajar a África, hasta ese sentimiento de primer amor por sus paisajes y su fauna, pasando por todas las vicisitudes para instalarse, rastrear a los gorilas y hacerse de su confianza. No sólo eso, la lucha que sostuvo contra los cazadores furtivos y la incomprensión del gobierno, para quienes la protección de la fauna era un asunto de poca importancia. Lo mejor de todo, es que a través de esta obra, Dian Fossey desmitificó para siempre la imagen de los gorilas como seres violentos, sanguinarios y feroces, mostrando que pueden albergar sentimientos o actitudes consideradas "buenas", como la solidaridad, la protección, el cuidado de las crías y la defensa de la familia.
10.- El Principito.- "Soy responsable de mi rosa", es la frase que se me ha quedado grabada de la lectura de este clásico. Aunque breve, y por lo general ubicado como literatura para niños, contiene, sin embargo, elaboradas metáforas acerca de tópicos como la amistad, el crecer y la vida en general. Aviones averiados, asteroides, rosas, zorros, y una gama de personajes confluyen para mostrar al lector las diferentes facetas de la naturaleza humana, así como lo vano que es muchas veces esforzarse en cosas que no valen la pena. El Principito podría representar ese encuentro con la inocencia que alguna vez todos hemos tenido y que, en el camino a la madurez, hemos ido perdiendo. Al final, ese encuentro puede resultar muy grato.