jueves, 22 de septiembre de 2011

Recomendación literaria.

Nunca provoques la furia de una tigrilla. Menos matando a sus cachorros y a su pareja. Esa es la premisa de la cual parte la trama de "Un viejo que leía novelas de amor", del escritor chileno Luis Sepúlveda. Ambientada en la selva amazónica a principios de los 80´s, la novela trata sobre Antonio José Bolívar Proaño quien, además de llevar a cuestas tanto nombre de prócer sudamericano, había tenido una larga vida en esa porción del territorio ecuatoriano, desde que llegó proveniente de un pueblo andino siendo joven, como colono, junto a su esposa, la cual murió poco después. Su convivencia con la tribu de los shuar (mal llamados por los españoles "jíbaros") famosos por reducir las cabezas cortadas de sus enemigos, le dio una visión diferente del mundo de la selva, lo dotó de muchas habilidades de supervivencia y una gran capacidad de observación y deducción. Por un terrible acontecimiento, la tribu ya no le permite, después de varios años, seguir conviviendo con ellos, por lo que tiene que establecerse en un poblado de mestizos. A la larga, desarrolla un gusto por leer historias de amores trágicos, pero con finales felices. Su único amigo, el dentista Rubicundo Loachamín, es quien con regularidad le provee de material de lectura.
Esa misma capacidad de observación es la que lo involucra, sin quererlo, en los sucesos que conforman el eje de la historia. Un cazador gringo es encontrado muerto en la selva y llevado al poblado por un par de indígenas. El alcalde, un tipo obeso, detestable y que es apodado "la Babosa" (porque sudaba profusamente) culpa del asesinato a los dos indígenas. Antonio José Bolívar le hace ver, frente a un gran número de personas, que está equivocado. Las heridas en el cadáver del gringo no son de machete, sino zarpazos de una fiera. Una hembra de jaguar (o tigrilla) enloquecida porque el cazador mató a sus cachorros e hirió a su pareja. Como el animal ya probó sangre humana y está enceguecida de rabia, no tardará en atacar a cuanto humano se le ponga enfrente. Cosa que, en efecto, sucede a lo largo de la novela. Es por ello que el alcalde organiza una partida de caza con el fin de darle muerte antes que cause más daños. Y recluta, por supuesto, a Antonio José para que sea quien los guíe hasta donde se esconde el animal. Muchas cosas pasarán durante esa expedición.
Con un lenguaje sencillo, adoptando la jerga propia de los habitantes de ese lugar, el autor nos sumerge en pocos capítulos, en el universo apabullante de la selva y sus habitantes. Nos da también un atisbo a las costumbres y la forma de pensar de las tribus indígenas, y hace un marcado contraste entre la vida apacible de ellos y la truculencia propia de la así llamada "civilización". Es, además, una protesta enérgica ante aquellos que "emputecen la virginidad" (en palabras del propio autor) de la selva: colonos, buscadores de oro, empresas petroleras, gringos. La soledad, la nostalgia, los ritos iniciáticos...todo encuentra cabida en esta excelente novela, que además es de poca extensión (digo, por los que les da flojera leer blocks de mil páginas). Por cierto, ya fue llevada al cine, con Richard Dreyfuss como protagonista. Sea una u otra cosa, disfrútenla.

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