viernes, 17 de junio de 2011

En el desierto.


Una vasta extensión donde sólo prosperan los seres más resistentes. Los que pueden soportar el calor sofocante, la falta de agua y la intensa luz solar.
Aquí el tiempo no se ha detenido, simplemente no existe.
El único sonido que se escucha ahora es el del viento que sopla constantemente. Sin embargo, al hacerlo trae consigo murmullos de tiempos pasados. Tiempos que conocieron tal vez mejores condiciones que la actual.
Sin embargo, sólo quedan ruinas de lo que alguna vez fue algo próspero. Deteriorándose paulatinamente bajo un sol implacable.
No todo es desolación. La mano del hombre, igual que destruye, puede reconstruir.
Nada, excepto el viento, las montañas y los cactus. Nadie, excepto el observador que tiene el interés de llegar a este lugar.
Este mismo paisaje, alguna vez cubierto por un mar prehistórico, ha sido cruzado múltiples veces. Indígenas, exploradores, ejércitos invasores, tropas de bandidos....todos ellos han visto estas mismas montañas y, tal vez, más de uno quedó en silencio al menos por un minuto, como haciendo reverencia ante todo lo que impone un lugar como este.


Luces, sombras....y alguna visita ocasional.

Para, al final, recoger los pasos. Llevando tal vez un poco de la carga emocional de un sitio como este.

2 comentarios:

Champy dijo...

Y si fueran tan mágicos tan mágicos que ahí dejaramos todo????

2046

Noé dijo...

Todo lo negativo, principalmente. Que allí se quedara hasta secarse y volverse polvo barrido por el viento.