..."¿Y esto era la selva?- se preguntó-¡Monte tupido y nada más!"
Pero luego empezó a sentir que la grandeza estaba en la infinitud, en la repetición obsesionante de un único motivo al parecer ¡árboles, árboles, árboles! Una sola bóveda verde sobre miríadas de columnas afelpadas de musgos, tiñosas de líquenes, cubiertas de parásitas y trepadoras, trenzadas y estranguladas por bejucos tan gruesos como troncos de árboles ¡Barreras de árboles, murallas de árboles, macizos de árboles!Siglos perennes desde la raíz hasta las copas, fuerzas descomunales en la absoluta inmovilidad aparente, torrente de savia corriendo en silencio. Verdes abismos callados....Bejucos, marañas....¡árboles, árboles, árboles!
Canaima, Rómulo Gallegos (fragmento)
3 comentarios:
bella vista..bello texto...
Siempre, luego del monte tupido, para el explorador, viajero, caminante, que avizora desde un descanso, el asombro
literal, ante la repetición obsesionante de un único motivo, la exasperante monotonía de la variedad infinita
gracias por tu regalo reflexión para terminar este verano de contrastes y sueños rotos (o no), que permite respirar hondo antes de entrar en la tupida maleza...
abrazo
El estar en un lugar así produce toda clase de sensaciones.
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