Sin lugar a dudas, la ciudad de México es en realidad un macrocosmos compuesto de múltiples e interesantes fragmentos. Cada zona de la ciudad pareciese ser independiente la una de la otra. Y cada una de esas zonas tiene sus rasgos peculiares en cuanto a historia, cultura e idiosincrasia se refiere. Coyoacán es uno de esos lugares. Tal vez las personas mayores recuerden cuando esta población se encontraba separada del resto de la ciudad. Con el crecimiento urbano se ha visto inmerso en ella cada vez más. Población antiquísima, ya que hay evidencias de la ocupación de la zona por tribus de la época prehispánica. Durante el dominio azteca, sus habitantes se distinguieron por su destreza en el labrado de la piedra y su habilidad para la construcción de edificios. No es de extrañar, por lo tanto, que durante la época colonial, gran parte de las edificaciones construidas en la capital requiriesen de mano de obra oriunda de esta localidad. Sitio que elegiría Hernán Cortés como su base de operaciones y que sería cabecera del marquesado de Oaxaca durante esos años.
Distinguida siempre como cuna y refugio de artistas e intelectuales. Sus calles estrechas y bordeadas de enormes y añosos árboles le dan una atmósfera de tranquilidad entre el acelerado ritmo de vida predominante en el resto de la urbe. Viejas casas del siglo XIX y del Porfiriato, muchas de ellas aun en buenas condiciones contribuyen a ese ambiente de relajamiento.
Es, además, un sitio con un intenso e interesante movimiento cultural. Las exposiciones de artesanías, así como de otras manifestaciones artísticas, están a la orden del día. Concentrándose la mayor parte de ello en su alameda central y su distintiva catedral. Aunado a ello, el tener en su territorio las instalaciones de Ciudad Universitaria le confiere una particular relevancia en el acontecer educativo. Con el crecimiento de la ciudad y el acelerado grado de urbanización, es de notarse cómo este lugar se ha ido adaptando y asimilando ese proceso. Es de esperarse, sin embargo, que su esencia no se disuelva y tampoco se vaya perdiendo su identidad con el paso del tiempo.
Distinguida siempre como cuna y refugio de artistas e intelectuales. Sus calles estrechas y bordeadas de enormes y añosos árboles le dan una atmósfera de tranquilidad entre el acelerado ritmo de vida predominante en el resto de la urbe. Viejas casas del siglo XIX y del Porfiriato, muchas de ellas aun en buenas condiciones contribuyen a ese ambiente de relajamiento.
Es, además, un sitio con un intenso e interesante movimiento cultural. Las exposiciones de artesanías, así como de otras manifestaciones artísticas, están a la orden del día. Concentrándose la mayor parte de ello en su alameda central y su distintiva catedral. Aunado a ello, el tener en su territorio las instalaciones de Ciudad Universitaria le confiere una particular relevancia en el acontecer educativo. Con el crecimiento de la ciudad y el acelerado grado de urbanización, es de notarse cómo este lugar se ha ido adaptando y asimilando ese proceso. Es de esperarse, sin embargo, que su esencia no se disuelva y tampoco se vaya perdiendo su identidad con el paso del tiempo.
2 comentarios:
Bella mi ciudad, Coyo acan es un lugar divino entre semana para descansar y alejarte de la ciudad sin salir de ella
Toño:
Disfruto mucbo las visitas al D.F. y he de confesar que Coyoacàn me ha enamorado. Cuando haya juntado todo lo de mi AFORE y lo de las ventas de los tamales, juro que compro una casa allí a como dé lugar, jaja.
Javier:
Si en algún momento de tu vida vienes por estos rumbos, no dudes en visitar este sitio de la ciudad de México, es hermoso!!! Saludos!!
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