lunes, 7 de junio de 2010

¿Qué hay en el canto de las ballenas?

Sonidos profundos cuyos ecos reverberan en la inmensidad del océano. Ondas sonoras que abarcan una amplia gama de notas y que pueden tener múltiples funciones. Algunas ya determinadas por los humanos. Otras permanecen en incógnita. En un lenguaje antiguo, precediendo con mucho la aparición del hombre en este planeta. La languidez de esos sonidos puede provocar en nosotros la sensación de nostalgia, de soledad, de tragedia, de pérdida. Puede que esa sea la causa por la que cantan. Después de todo han sido masacradas sin misericordia durante siglos, en aras de obtener satisfactores para el ser humano que bien podrían ser obtenidos de fuentes y de formas menos cruentas. Puede ser que lo hagan también por alegría, porque es algo inherente a ellas. Tal como el canto en los humanos. Para expresar emociones, estados de ánimo, no lo sabemos. Tal vez cuenten cosas que han visto a lo largo de sus longevas cosas, hazañas o sucesos. Su mundo es tan misterioso e inaccesible para nosotros que en realidad tal vez nunca lo entenderemos del todo. O como simple medio de comunicación entre congéneres, tal vez platicándose el día a día.


Indescifrable y, por lo mismo, misterioso. Cada vez menos frecuente de escuchar. Cada canto de los que sobreviven puede que exprese una llamada de alerta. No para ellas, muy probablemente sea para nosotros.

martes, 1 de junio de 2010

Historias de palmilleros.

I
El día aclaraba. Los cerros, que durante la noche tan sólo se observaban como gigantes moles amorfas, ahora se iluminaban y dejaban ver el abigarrado tapiz vegetal que los cubría. Era una mañana fría. La niebla avanzaba como un manto grisáceo sobre el valle, proveniente de los picos más altos. La humedad hacía resplandecer la hierba, goteaba de las hojas de los árboles y nutría las corrientes intermitentes que desaparecían bajo las rocas para resurgir kilómetros más adelante en forma de manantiales. Una parvada de guacamayas verdes cruzó el valle, llenando el aire con sus roncos llamados mientras se dirigían a sus habituales sitios de alimentación. La actividad en el pequeño poblado iniciaba. Los perros se desperezaban, ladrando hacia los rebaños de cabras que a esa hora eran conducidos a sus lugares de pastoreo.


Un jinete cruzaba el camino principal. Tras él, una mula con varios costales repletos de hojas de palma. El fruto de varias jornadas de trabajo internado en el monte alto. Hacía más de 4 días que había dejado a su familia en el pueblo para ir a los sitios de corte de la palma, dispersos entre los cerros. Con el paso del tiempo, había aprendido a localizarlos todos. El corte tenía que ser selectivo, escogiendo siempre las hojas que estuvieran en mejores condiciones. Y movilizándose continuamente para no sobreexplotar un solo lugar en particular. Cuando se acababa el corte en un sitio, había que moverse a otros. Búsqueda continua entre los cerros. Montaban campamentos improvisados en el bosque. Muchos sitios eran prácticamente inaccesibles aun a caballo, por lo que había que tomar los sacos e ir por su cuenta. Escalando, si era necesario. A pesar del calor, de las incesantes nubes de mosquitos voraces, abriéndose paso a filo de machete. Muchos riesgos tenían que correr para obtener una paca de buen volumen. Caídas con consecuencias fatales, la nauyaca y otras serpientes venenosas, las infestaciones con garrapatas, el jaguar o "tigre", un ataque de oso....la soledad. Todo ello tenía poca importancia para el jinete. Lo recogido en esa jornada lo llevaría a vender a Ocampo. No, mejor a Mante. Parte de las hojas las usaban en las florerías para sus arreglos. Otro tanto eran compradas supuestamente para ser exportadas a E.U. y obtener de ellas colorantes para teñir los billetes de dolar. En verdad, poco le importaba el destino que le dieran a su cargamento, siempre y cuando se lo pagaran bien. Cosa que se antojaba poco menos que imposible. Todos los que se dedicaban a eso sabían que el rollo de hojas era pagado a precios irrisorios. Sin embargo, no había otra actividad económica que les redituara ingresos. Desde el decreto de la reserva por parte del gobierno federal, la caza estaba prohibida, así como la explotación comercial de la madera. La agricultura sólo podía practicarse a nivel de subsistencia. El turismo venía representando últimamente una alternativa de desarrollo, pero éste estaba subordinado a la temporada del año. Y con múltiples necesidades que atender, se veía en la necesida de irse al monte a cortar la palma. Era eso o emigrar. Lo cual también estaba considerando seriamente. Sus opciones se le acababan. Una de dos: seguir en las montañas, con su estilo de vida, aunque sufriendo carencias. O irse a la ciudad, o al otro lado, a ser obrero o peón al servicio de alguien más. La incertidumbre. Siempre en torno al dinero, a la necesidad económica. Se preguntaba por qué era tan necesario. Por qué no se formaba una comunidad, una sociedad, en la que no fuese necesario ni se midiese el valor de una persona por lo que poseyera. Utopías. Por el momento, no le quedaba más que espolear al caballo para que apresurara el paso junto con la mula. Con rumbo a la ciudad.

jueves, 27 de mayo de 2010

¿Qué te detiene?

A veces nos encontramos de pie frente a un amplio espacio. Observando desde un punto alto. La oportunidad de dar un gran salto se nos presenta. Tal vez dudamos. Tememos dejar nuestra posición en lo alto y dar ese salto en apariencia enorme. Creemos, tal vez, que la caída nos hará daño. O que, al llegar al fondo, no sepamos a dónde ir. O que no encontremos lo que esperamos encontrar. O que haya peligros insospechados. ¿Brincaremos por cuenta propia o nos veremos obligados a hacerlo?
Y bien ¿cuándo daremos ese salto? ¿Qué nos detiene?

martes, 25 de mayo de 2010

Linaresn!!!

Este viernes fui a Linares, Nuevo León. La intención fue dejar mi documentación para solicitar el ingreso a la Maestría en Ciencias en la Facultad de Ciencias Forestales de la UANL, que tiene sede en dicha localidad.
Por fin, luego de haber estado postergando durante mucho tiempo este trámite. La verdad, me interesó el plan de estudios. Les cuento. Tiene una duración de dos años. A lo largo de ella, se cursan 9 asignaturas obligatorias y 5 optativas, además de 3 seminarios y el proyecto de tesis en sí. Dentro de las materias obligatorias hay algunas que sí me interesan: ecología forestal, utilización de recursos forestales (maderables y no maderables), manejo forestal y conservación de recursos forestales, entre otras. Dentro de las optativas, me interesan: reforestación de zonas áridas y semiáridas, evaluación de impacto ambiental y modelos de hábitats de la fauna silvestre, solo por mencionar algunas.
La Facultad realmente es pequeña, refiriéndome a que tiene pocos edificios. Pero cuenta con mucha extensión de terreno para proyectos de investigación. Tiene además tres viveros, un Jardín Botánico y dos campos experimentales. Y por lo que he visto y me han contado, los profesores tienen excelente nivel. Y al menos regionalmente hablando, la Facultad goza de bastante prestigio por los egresados.
Como comentaba, el viernes fui a dejar mi documentación. Después procede una entrevista preliminar con el subdirector de posgrado, previa cita confirmada por mail o llamada telefónica y el correspondiente pago de derecho a examen, el cual será de dos fases: examen general de conocimientos y el examen de inglés. Ambos programados para fines de junio. Así que ¡a prepararse!
Aproveché ese mismo día para conocer un poco la ciudad. O por lo menos, el centro. Pese a ser la segunda ciudad en importancia del estado, dista mucho de ser tan caótica como Monterrey. Y tiene la ventaja de estar cerca de puntos de interés, como el pueblo de Santiago, Cola de Caballo y el bioparque La Estrella.


En fin, confío en que será una muy buena etapa la que viene. No queda más que ponerle todo el empeño posible y cumplir con este nuevo desafío. Deseo mucho esta oportunidad =)

lunes, 24 de mayo de 2010

¿Y si....?

Ambos permanecían de pie, desnudos, frente al espejo del pasillo. El cabello revuelto, la respiración aun agitada después del sexo. La piel provista de ese brillo peculiar que le da el sudor. 1 abrazaba a 2 por la espalda. Su brazo izquierdo alrededor de sus hombros. El derecho rodeando su torso. Los labios en el punto exacto. Su barba provocando reacciones secundarias donde quiera que pasara. 2 simplemente cerró los ojos y se dejó llevar por las emociones que surgían impetuosas. ¿Valdría la pena emocionarse por algo que bien podría ser efímero? ¿Ese momento, ese "aquí y ahora" sería trascendente? ¿Y por qué preocuparse del futuro? ¿Por qué no mejor vivir sólo el momento? ¿O estaría actuando irresponsable e impulsivamente? ¿Y si decía "no" justo en ese momento, aunque ya hubiesen pasado muchas cosas entre ambos? ¿Y si después se arrepentía de ese "no"? Muchas preguntas agolpándose en un momento en el que lo único que deseaba era mandar al diablo tantas dudas y entregarse de nueva cuenta a aquel que tanto le había gustado desde ese primer intercambio de miradas. Abrió los ojos. Y esa misma mirada que lo detuvo en público estaba posada en él. Ahora en privado. Se miraron largo rato a través del espejo. En silencio. Y la sonrisa que se dibujó en el rostro de ambos calmó sus inquietudes.

lunes, 17 de mayo de 2010

Volver al terruño

Desde arriba, la perspectiva, tanto del paisaje como de los acontecimientos por venir, luce de maravilla.
El sol se pone en el horizonte y señala el fin de otro día de labores. Y marca la inminencia del arribo a la ciudad.

Empieza un nuevo día. En la misma ciudad que muchas veces me vio caminar por esas viejas calles del centro y contemplar sus edificios que, aunque modestos, no están exentos de belleza.

Y asomarse por viejos balcones y encontrar escenas que bien recordarían al Macondo de García Márquez.

E impregnarse del colorido de sus árboles en floración.

Y del calor y el color del trópico.
Y tratar de entender su intrincada arquitectura vegetal.
Mientras se camina por Plaza de Armas (a la que más de una vez le decían "la borracha", porque siempre estaba tomada XD).
Plantándome un buen rato frente a la iglesia de la Conchita. De las pocas edificiaciones antiguas que perduran en la ciudad y que sobrevivió a la época de persecución religiosa de los años 20 y 30.
Mientras antiguas miradas rotas contemplan el acontecer diario.
Y el intenso sol proyecta sombras en las arcadas.
Y hay quienes intentamos constantemente aprender de los pasos.
Y vemos el río fluir debajo de nosotros. Cuando deberíamos fluir junto con él.
Y el Grijalva acaricia la ciudad, y trae vida. Y es el centro de muchas actividades. Así como también es motivo de preocupación al aumentar su nivel. A veces con consecuencias drásticas. Sin embargo, es imposible pensar en Villahermosa sin este río.
Y el reencuentro con viejos amigos. Que son entrañables, pese a su constante rehuir de las cámaras.
En cambio, otros parecen estar más dispuestos a posar para la lente.
Este no tiene opción. No hay forma de que la foto salga movida porque el sujeto no se esté quieto...
Y las orquídeas nuevamente floreciendo.
Para después despedirme de nuevo de esta tierra. Y observarla desde el aire.
Y mientras el golfo sobrevuela el Golfo, queda la certeza de un próximo retorno.