martes, 27 de noviembre de 2012

Reportándome.

Había estado sin escribir desde hace un buen tiempo. Al terminar la maestría, la beca cesó automáticamente, así que desde junio la situación económica ha sido un poco precaria. No me quejo, al contrario, he aprendido sobre el valor de ahorrar y eso me ha puesto en movilización para conseguir un trabajo. Por otro lado, también me siento contento de haber concluido la maestría y de haber presentado el examen de titulación =D Al principio me sentía bastante tranquilo, sólo como hasta una hora antes del examen fue que me empezaron los nervios, jeje. Pero todo salió bien. Fui aprobado, ya hice los trámites en rectoría y tendré que esperar por el título un par de meses. Ahora estoy en la disyuntiva de regresar a Tabasco con la familia y pasar las fiestas decembrinas allá, o moverme hacia donde haya una oferta segura de trabajo. Por otro lado, me gustaría emprender algún proyecto. Algo que tenga que ver con agricultura orgánica y viveros de plantas de ornato y esas cosas. Y lo mejor: me siento feliz en compañía de alguien especial. Es del DF, pero vino a acompañarme a mi examen y en el fin de semana de mi cumpleaños. Así que con eso estoy, agradecido y con muchos planes.
Hasta aquí mi reporte, Adela. Vamos contigo al estudio. 

jueves, 15 de noviembre de 2012

Caricaturas viejitas.

Y por "viejitas", me refiero a muy viejitas. En este caso, los inicios de la animación japonesa en los años 30. Hay incluso referencias muy evidentes al bombardeo de Pearl Harbor.

Esta otra me gustó más, aunque no tiene subtítulos y no sé japonés, jeje. Así que uno puede ponerle los diálogos que guste. 

martes, 18 de septiembre de 2012

Catorceando.

Les dejo algunas imágenes que tomé este fin de semana en Real de Catorce. Fue un buen viaje y la compañía no pudo haber sido mejor. Esta es una vista del pueblo desde la habitación del hotel donde nos hospedamos.
El clima es bastante variable, de repente nublado y luego sale el sol y se vuelve a nublar. Eso sí, nunca se siente calor excesivo, por encontrarse en el altiplano.
Por su ubicación, las calles suben y bajan en todas direcciones, por lo que el recorrido puede implicar una buena condición física. Muchas construcciones no han sido restauradas y los nopales y agaves crecen entre sus muros. 
 
El panteón del pueblo tiene tumbas sumamente antiguas, muchas de las cuales ni siquiera son legibles ya. 
Hay un gran contraste entre la tranquilidad que se siente en estos lugares, a diferencia de la mayor actividad que se da en la llanura. 
 Aunque acá también se celebran las fiestas de rigor y con una algarabía inusitada.
No podía faltar el tradicional "Viva México".
 
Pese a los siglos de uso y abuso de la tierra, ésta aun se da la oportunidad de sorprender a los visitantes con paisajes fenomenales.

Y con vistas que uno podría no cansarse de contemplar en largo rato. Como esta vista desde lo alto del cerro El Quemado. 
Que es un importante sitio de peregrinación para la etnia huichol o wixárika. El lugar infunde respeto por la veneración que los peregrinos demuestran en sus ofrendas. 
La compañía, como mencioné, fue excelente. Un buen compañero de viaje. 

Me gustó tanto esta visita que, la verdad, no quería regresar. Pero sabiendo la cercanía a Linares, puede ser motivo para un viaje posterior. De eso no hay duda.  

viernes, 7 de septiembre de 2012

La montaña.

 Entre la gente del campo, es común denominar así a los sitios donde la selva aún se conserva hasta cierto punto inalterada. Esto para diferenciarla de los "acahuales", que son sitios con vegetación muy intrincada, en los que en algún momento se hizo desmonte y en el que la vegetación está en proceso de recuperación. En la "montaña", por el contrario, los árboles son altos y voluminosos y hay poca vegetación en el sotobosque. El ambiente es sombrío porque los árboles forman una bóveda que apenas deja pasar la luz del sol. El calor y la humedad son constantes y se siente en el ambiente un olor a vegetación en descomposición, producto de toda la hojarasca acumulada a lo largo del tiempo sobre el suelo. La vida sobreabunda, pero es críptica. Eventualmente los cantos de las aves y el sonido de los insectos y las ranas rompen el silencio que puebla estas comarcas. Las plantas están obligadas a crecer a ritmo desmesurado para merecer el beneficio de la luz solar. La materia orgánica está en constante tránsito. Nada se desperdicia. Cada hoja, cada fruto, cada árbol caído es inmediatamente invadido por organismos descomponedores que reintegrarán sus nutrientes al ecosistema. 



En Tabasco, hasta muy entrados los años 50 y 60, la selva cubría enormes porciones de su territorio. Con la puesta en marcha de grandes proyectos agropecuarios, la tala del monte se volvió un asunto masivo. Por todos lados hubo bulldozers, leñadores y fuego. Ahora la selva subsiste sólo en pequeñas porciones de la sierra limítrofe con Chiapas, en los Pantanos de Centla y como manchones dispersos en la frontera con Guatemala. 

Fue precisamente en la sierra donde me tocó conocer lo poco que queda de este ecosistema en el estado. Eran mis últimos semestres en la universidad y, siendo parte del personal del herbario de la facultad, hacíamos salidas frecuentes para colectar material. Amaba esas salidas. Si bien había que soportar mosquitos, garrapatas y demás bichos fans de la sangre, la oportunidad de ver lugares, plantas y animales increíbles hacían que valiese la pena cualquier penuria. Despertar en las mañanas por el ruido que hacen los monos aulladores, escuchar los cantos de las zacuas y demás aves, gozar del silencio y la lejanía de estos lugares...todo ello junto era una experiencia incomparable. También lo era escuchar las historias de la gente de las comunidades, los más viejos sobre todo, acerca de tiempos en los que lidiaron con las condiciones naturales para establecerse ahí. De cómo enfrentaban el riesgo de las víboras, las enfermedades tropicales, los encuentros con "el tigre", los conflictos por la tenencia de tierras. Y también historias de duendes, apariciones, seres fantásticos que poblaban las cuevas, los arroyos, manantiales y los árboles. De que cada vez que se internaban en la selva a cazar o juntar madera, era ocasión para pedir permiso al Dueño del Monte con tal de no sufrir ninguna contrariedad. Uno escucha esas historias no porque crea que sean ciertas, sino por la curiosidad inherente a saber qué piensa y cómo percibe la gente del campo su entorno, cómo se relacionan con éste. Era esperanzador ver en muchos de ellos atisbos de un interés por conservar el bosque, que estuviesen conscientes de la importancia que éstos tienen para la biodiversidad y los servicios ambientales que prestan. 


Hace años que no voy por esos rumbos. Las noticias que eventualmente leo a través de la red son cada vez más desalentadoras. Por aquí y por allá surgen, sin embargo, intentos loables de resguardar lo poco que queda. 

martes, 28 de agosto de 2012

De abuelos, niñez y otras cosas.

Nací en Tabasco. Mis abuelos paternos fueron gente de campo. A finales de los años 60 llegaron, junto con otro puñado de personas, en calidad de colonos a unos terrenos donde se constituyeron como ranchería y le nombraron "El Bajío". En la actualidad, con el crecimiento de la cabecera municipal de Cárdenas esta ranchería ha sido absorbida en parte por la mancha urbana, perdiéndose mucho de su carácter rural de antaño. Pero en la época en que ellos llegaron ahí, era un paraje selvático en el que abundaba toda clase de animales. Mi papá me contaba de cómo tuvieron que habérselas para tumbar la vegetación y abrir espacios para el cultivo y el ganado. Contaba de los monos saraguatos que, en las mañanas, rugían a coro. De los venados, tepezcuintles y armadillos. Contaba también de un pequeño río que cruzaba cerca de ahí, donde era posible encontrar tortugas, camarones y peces.
 Para la época en que yo de niño visitaba cada domingo a los abuelos, dicho río ya era sólo un cauce seco donde eventualmente se estancaba el agua de lluvia y se convertía en un enorme criadero de sapos y mosquitos. La selva que existía antes ahí había sido reemplazada por extensiones de potreros para el ganado y plantaciones de cacao, que serían lo más parecido a una selva que me tocó conocer en ese entonces. De la fauna que vivió, mi abuelo conservaba un par de cornamentas de venado que utilizaba como ganchos para colgar la ropa. Nada quedó de ello. En parte por lo que me contaban ellos y en parte por lo que leía en los libros, me imaginaba que al andar por los cacaotales súbitamente surgiría un venado corriendo entre la vegetación, huyendo del "tigre" (como llaman allá al jaguar), mientras una algarabía de monos y aves dominaba las copas de los árboles. Eventualmente, al husmear aquí y allá, era posible encontrarse culebrillas, insectos y uno que otro sapo gigantesco. Había muchos árboles de gran tamaño, que eran los que le proporcionaban sombra a las matas de cacao. Uno de ellos era una ceiba, de la que decía la gente del lugar que era punto de reunión de duendes y cosas así. 
Sin duda, las visitas dominicales a los abuelos eran interesantes. Podía corretear gallinas en el patio, alimentar a los cerdos, cortar guayabas, moler maíz para las tortillas y cacao para el pozol, jugar futbolito con las primas, ir a los potreros a ver a las vacas y ponerles sal en los comederos. O simplemente, soñar un rato con los ojos bien abiertos e imaginar que era un explorador en medio de la selva a punto de descubrir alguna pirámide antigua (aunque en realidad sólo fuese una pila de ladrillos dejada en medio del cacaotal). Fue, pese a todo, una buena época y guardo muy buenos recuerdos de ella. Ya les contaré después cómo fue estar en una verdadera selva.

martes, 21 de agosto de 2012

Asuntos ofídicos.

Para la gente que habita en campo, una de las mayores preocupaciones y algo ante lo cual siempre deben estar alertas, es el posible encuentro con reptiles venenosos. En México, especialmente en la zona tropical, son frecuentes los casos de mordeduras de víbora, muchos de ellos con desenlace fatal. En ese caso, la especie responsable es con mayor frecuencia la nauyaca (Bothrops asper). En las zonas áridas del norte, por el contrario, la especie venenosa más frecuente es la víbora de cascabel o Crotalus, que en México cuenta con numerosas especies, distribuidas en varios tipos de vegetación. Según especialistas, 35 de las 40 especies de víboras de cascabel habitan en nuestro país, muchas de ellas endémicas. Una de las especies más comunes en la región noreste (Nuevo León y Tamaulipas) es la cascabel diamantada (Crotalus atrox), misma que es frecuente encontrar en las zonas de matorral espinoso. Cuando trabajé en Reynosa, una de las principales preocupaciones de la gente que trabajaba en obra perforando pozos de gas era precisamente toparse con alguna de ellas. En mi caso, fueron pocas las veces que me topé con estos bichos en campo. Esta, por ejemplo, era un ejemplar de unos 50 cm que estaba enroscada debajo de unos macollos de zacate. Uno de los chavos de la obra fue quien la vio. Era un día muy frío de diciembre, así que estaba aletargada y en reposo. Aun así, muy prudentemente le sacamos la vuelta, jeje. 

Conforme pasan los meses de frío, las víboras empiezan a salir de sus madrigueras y aprovechan la luz del sol para termorregularse. Al andar en monte cerrado, había que poner atención precisamente en aquellos puntos en los que incidiera la luz solar, porque era probable que ahí estuviese alguna víbora tomando sol, como fue el caso de este otro ejemplar. 

 Por el contrario, durante la temporada de calor, hay que poner especial atención debajo de los arbustos, que es donde las víboras se enroscan para resguardarse en las horas más calientes del día. Por el diseño y coloración de sus escamas es fácil no advertirlas, entre la hojarasca y el juego de luces y sombras. Ese fue el caso con este ejemplar, mismo que estuve a punto de pisar porque venía abriéndome paso entre la vegetación con el machete, pero sin ver hacia abajo. Fue un leve movimiento de la víbora lo que me hizo darme cuenta de que ahí estaba. Un animal bastante grande, como de 1.80 m, y por ende, con suficiente veneno para provocar un verdadero desmadre. No hice sino detenerme en seco, el pie a un metro de distancia, cuando mucho. Retrocedí y llamé a mi ayudante para que trajese una vara larga y retirar a la víbora, por seguridad de ambas partes. Mi ayudante insistía en matarla, lo cual por supuesto no permití. Con ayuda de la vara, ahuyentamos del sitio al animal. Al desenroscarse es cuando pudimos ver cuán larga y gruesa era (sin albur) y la vimos internarse en el monte, fuera de peligro (nosotros, no ella)
Y así como abundan las víboras venenosas, también hay serpientes no venenosas que gustan de comerse a sus primas. Una de ellas es la culebra negra (Coluber constrictor), una especie que, aunque no venenosa, también puede ser agresiva con el hombre. Siempre que se produce un encuentro entre una de estas culebras y una víbora de cascabel, se sabe que el resultado será favorable a la primera, especialmente por su inmunidad al veneno y su ataque fulminante, dando muerte por constricción, como lo hacen los pitones y anacondas. En este caso, fue una piel producto de una muda lo que encontramos a la entrada de una madriguera. El cuero estaba casi completo y tendría una longitud de 1.80 m, más o menos. Por cierto, olía terriblemente.

En fin, espero que estos encuentros se mantengan como poco frecuentes. Por seguridad de todos =P

martes, 14 de agosto de 2012

Pic of the week

Una serpiente de agua (Thamnophis sp.) deambula por su hábitat, cuidadosamente reproducido, en el herpetario del Museo del Desierto, en Saltillo, Coahuila. Con casi 1000 especies, México es el país del mundo con mayor número de especies de anfibios y reptiles, muchas de ellas endémicas y en alguna categoría de riesgo debido a la sobrecolecta de ejemplares, la cacería, pérdida de su hábitat  y la depredación por especies introducidas. Un mayor sistema de vigilancia contra el tráfico de especies, la protección de vastas áreas naturales y el control de especies exóticas puede ayudar a que muchas de estas especies no desaparezcan. El factor decisivo será también un cambio de actitud de la gente hacia estos organismos, viéndolos más como aliados que como bichos dañinos. 

jueves, 2 de agosto de 2012

Balada del güije


¡Ñeque, que se vaya el ñeque!
¡Guije, que se vaya el güije! 

Las turbias aguas del río 
son hondas y tienen muertos; 
carapachos de tortuga, 
cabezas de niños negros. 
De noche saca sus brazos
el río, y rasga el silencio 
con sus uñas que son uñas 
de cocodrilo frenético. 
Bajo el grito de los astros, 
bajo una luna de incendio, 
ladra el río entre las piedras 
y con invisibles dedos, 
sacude el arco del puente 
y estrangula a los viajeros. 

¡Ñeque, que se vaya el ñeque! 
¡Güije, que se vaya el güije! 


Enanos de ombligo enorme 
pueblan las aguas inquietas; 
sus cortas piernas, torcidas; 
sus largas orejas rectas. 
¡Ah, que se comen mi niño, 
de carnes puras y negras, 
y que le beben la sangre, 
y que le chupan las venas, 
y que le cierran los ojos, 
los grandes ojos de perlas! 
¡Huye, que el coco te mata, 
huye antes que el coco venga! 
Mi chiquitín, chiquitón, 
que tu collar te proteja...
¡Ñeque que se vaya el ñeque!
¡Güije, que se vaya el güije! 

Pero Changó no lo quiso. 
Salió del agua una mano 
para arrastrarlo...Era un güije. 
Le abrió en dos tapas el cráneo, 
le apagó los grandes ojos, 
le arrancó los dientes blancos, 
e hizo un nudo con las piernas 
y otro nudo con los brazos. 

Mi chiquitín, chiquitón, 
sonrisa de gordos labios, 
con el fondo de tu río 
está mi pena soñando, 
y con tus venitas secas 
y tu corazón mojado...

¡Ñeque, que se vaya el ñeque!
¡Güije, que se vaya el güije!
¡Ah, chiquitín, chiquitón, 
pasó lo qué yo te dije!

Poema de Nicolás Guillén
Escritor cubano
1934

lunes, 30 de julio de 2012

Iván el Terrible

He aquí una serie de fotogramas de la película homónima de Sergei Eisenstein, basada en el personaje histórico. 









viernes, 27 de julio de 2012

¡Por Tutatis!



"Es el año 50 a.C. Toda la Galia ha sido ocupada por los romanos ¿Toda? ¡No! Una pequeña aldea de irreductibles galos resiste todavía al invasor..."
Así comienza cada libro de Astérix, la historieta cómica creada por René Goscinny (guionista) y Albert Uderzo (guionista y dibujante). Empecé a leerla cuando estaba en secundaria. Eran vacaciones de verano y cerca de donde trabajaba mi papá estaba la biblioteca pública. En alguna ocasión entré a la sala infantil y me llamó la atención la portada de uno de los libros. Y a partir de ahí, esas vacaciones ya no fueron aburridas. 
El oficio de Obélix es fabricar menhires, para lo cual tiene su propia cantera.

En cada libro, hay una aventura diferente en la que Astérix y su inseparable y gordo amigo Obélix pasan por muy disparatadas situaciones, la mayoría de las veces combatiendo a los romanos que intentan ocupar la aldea. El secreto por el cual han resistido largo tiempo la invasión romana reside en la fuerza sobrehumana que adquieren al tomar la poción mágica que prepara Panorámix, el druida de la aldea (la cual lleva ingredientes tan disímiles como muérdago, langostas, petróleo y zumo de remolacha). 
El druida Panorámix

Muchos otros personajes son incluidos en las historias, como el jefe de la aldea, Abraracurcix, cuyo mayor temor es que un día el cielo se desplome sobre sus cabezas y que es llamado cariñosamente "cerdito mío" por su esposa Karabella. O Asurancetúrix, el bardo, quien opina que la aldea no merece un talento de su tamaño y quien siempre que intenta cantar es golpeado por los aldeanos (eso habla de cuán terrible es su "arte"), en especial por Esautomátix, un herrero bigotón de muy pocas pulgas quien también suele discutir y llegar a los golpes con Ordenalfabetix, el vendedor de pescado que, aunque vive frente al mar, prefiere traer el pescado desde lejos en carreta, lo que ocasiona que siempre llegue en mal estado. También están Edadepiédrix, quien es el más viejo de la aldea, e Ideáfix, la mascota de Obélix, un perrito ecologista que llora cada vez que derriban un arbol. 
El jefe Abraracúrcix, quien siempre es llevado sobre su escudo por dos cargadores.

Karabella, la "dulce" esposa del jefe.

Asurancetúrix, el bardo.

Esautomátix a punto de decirle "gentilmente" a Asurancetúrix  que guarde silencio.

No hay nada que haga enojar más a Ordenalfabétix que el hecho de que pongan en duda la frescura del pescado que vende. 

Ideáfix, la mascota ecologista de Obélix. 

Otros tantos personajes históricos son caricaturizados de manera recurrente o esporádica en las historietas: Julio César, Cleopatra, Winston Churchill, los Beatles, Schwarzenegger...Otro de los detalles chistosos de la historieta es el uso de juegos de palabras para los nombres de los personajes. Aunque en Francia (el país de origen de la historieta) y en Europa en general el personaje tuvo gran éxito, no sucedió lo mismo en E.U. y el resto del mundo, donde otras tiras han alcanzado mayor popularidad. Esto no le resta mérito alguno, por supuesto. 

Julio César, el principal villano de las historietas de Astérix.
Fueron 24 libros editados por la colaboración Goscinny-Uderzo. A la muerte de Goscinny en 1980, le tocó a Uderzo no sólo dibujar, sino también elaborar el guión de las historietas. Junto con su equipo de colaboradores, ha logrado sacar 10 libros más, el más reciente en 2009, conmemorando los 50 años del personaje. Se han hecho también películas de animación y películas con actores reales, siendo Christian Clavier y Gerard Depardieu los encargados de interpretar a Astérix y Obélix, respectivamente. Roberto Benigni, Alain Delon, Laetitia Casta, Monica Belluci, Elsa Pataki y hasta Zinedine Zidane han tenido participación en las películas derivadas del cómic. 
Creo que, en tanto existan lectores que gocen de los gags visuales así como del ingenio de sus argumentos, esta tira cómica permanecerá vigente. 



martes, 24 de julio de 2012

La loquita.

Ahí estaba. Sentada en una de las mesas de la biblioteca. Era la primera vez que la veía, a pesar de ir con frecuencia a ese recinto. No recordaba haberla visto antes, pero llamó mi atención.  Su aspecto era desaliñado, aunque nada habría podido hacer pensar en el hecho de que padecía de sus facultades mentales. Estaba absorta en su labor, eso sí, muy emocionada a juzgar por su semblante. Con hábiles movimientos enhebraba una aguja e iba ensartando cuentas de colores una por una hasta formar un collar de bisutería que, una vez terminado, levantaba orgullosa para mirarlo a contraluz y después probar cómo se vería en su cuello. De su bolso sacaba rollos de alambre, tijeras, más cuentas de colores, bolsas de plástico y un sinfín de chucherías que colocaba sobre la mesa con cierta parsimonia, pese a su evidente emoción. Miraba una y otra vez sus creaciones puestas sobre la mesa, murmuraba cosas inaudibles mientras sonreía y se daba a la tarea de seguir ensartando cuentas de plástico en el hilo de la aguja. Ahora bien se hacía un anillo con un alambre en forma de O rodeado de, adivinaron, cuentas de colores. O sacaba semillas de alguna fruta (aun con restos de pulpa) y las prensaba entre dos piezas de plástico transparente, pasando sus manos sobre ellas una y otra vez. Hacía esto con un esmero y una devoción que ya muchos quisiéramos tener. Nuevamente sonreía al ver terminada alguna de sus creaciones y verla puesta sobre la mesa. No creo que se haya dado cuenta de que yo había interrumpido mi lectura y la observaba con detenimiento, intrigado y a la vez maravillado por su dedicación. Fue entonces cuando sacó de su bolso un enorme corazón hecho de alambre entretejido en 3D. Estaba inconcluso. Lo tomó en sus manos, lo miró detenidamente, como analizando de qué lado continuaría formándolo sin echarlo a perder. Se puso a trabajar en ello, aunque al parecer se cansó de esa labor, pese a haberle hecho un buen avance. Al igual que con las piezas anteriores, lo levantó orgullosa, mientras le colocaba un pedazo de hilo a manera de collar y se lo colocaba en el pecho para ver cómo le lucía. Acto seguido, sacó una libreta vieja, una pluma y una calculadora (quién sabe cómo la consiguió). Durante varios minutos, sólo se oía el constante beep beep de su calculadora digital mientras ella realizaba quién sabe qué clase de cuentas, hacía anotaciones, murmuraba para sí, se contaba los dedos y sonreía otra vez.  Imaginándose tal vez cuánto ganaría si vendía todo lo que había hecho. Al final, loca de atar no creo que haya estado, pero ya no pude quedarme más tiempo para averiguarlo. Tuve que retirarme de la biblioteca porque se me hacía tarde para una cita. Tomé mi mochila y me dirigí a la puerta. La loquita enhebraba otra aguja. Y fue la última vez que la vi. 

lunes, 23 de julio de 2012

Dore.

Esta ilustración de Gustave Dore para el poema épico "El paraíso perdido", de John Milton, produce cierta sensación de angustia, según yo. Representa a Satán, expulsado del cielo tras su rebelión. Refleja (según yo) la actitud de alguien que sabe que, aunque no hizo lo correcto, persiste en su idea. Se arrepiente, no porque le pese haber cometido el acto, sino porque teme a las consecuencias. O puede que ya las esté viviendo. Desolación es lo que agrega el entorno del grabado. Un paisaje desnudo, lúgubre. El movimiento de la falda de Satán sugiere la presencia de viento. Fuerte y helado. Al final, más que angustia, es la profunda soledad de quien se aventura a rebelarse ante el status quo. Según yo. 

viernes, 20 de julio de 2012

Quiero escribir pero...

No se me ocurre nada. Y tampoco es que me haya pasado algo excepcional en los últimos días. Necesito salir de mi zona de confort y encontrar algo que me sea un desafío. Por lo pronto, el plan es presentar en agosto el examen de titulación de la maestría. Estoy colaborando (puede decirse) en un proyecto de un doctor de la facultad para una reserva ecológica en Coahuila. Y la expectación de lo que pueda pasar es lo que me emociona. Me robaron mis cámaras, así que me siento minusválido y tengo que esperar un tiempo para poder tener el dinero para comprar otra. Y así, en general. Creo que haré algo innovador, como cultivar peyote orgánico, o marihuana que no huela, jajaja. No veo esto como un estancamiento, o bueno, no lo quiero ver así. Es más bien una pausa, que no deseo que se prolongue demasiado. 

martes, 10 de julio de 2012

Cynomys

Como parte del paisaje en los pastizales del norte y noreste del país, antes era común observar los montículos de tierra producto de las excavaciones hechas por los perritos de las praderas, roedores sociales que poblaban estas zonas.




Con una estructura social compleja, sus colonias además tienen una función importante dentro del ecosistema, ya que se encargan de mantener baja la vegetación de pastizal e impiden la proliferación de especies arbóreas. Además, son agentes dispersores de semillas de muchas plantas nativas del pastizal, y con sus excavaciones contribuyen a la aireación del suelo. De igual forma, sus madrigueras sirven de refugio para otras especies y existe toda una comunidad de animales desarrollando su ciclo de vida en las praderas creadas por los perritos, desde reptiles hasta aves y otros mamíferos.


Se les llama "perritos" por el llamado que emiten cuando dan una alarma, semejante a un ladrido. Forman grupos sociales numerosos, los cuales constituyen una colonia, y al conjunto de éstas en una misma área geográfica se le denomina "ciudad". Se cita el ejemplo de una "ciudad" en Texas que, en el siglo XIX, abarcó más de 60 mil km2 y tenía 400 millones de individuos. Este dato, sin embargo, no está confirmado, y a la fecha, la mayor ciudad de perritos de la pradera en Norteamérica se ubica en Janos, Chihuahua y tiene cerca de un millón de individuos. 


En México se reconocen dos especies: Cynomys mexicanus, endémico de la región noreste del país, específicamente Nuevo León, Coahuila y San Luis Potosí, y Cynomys ludovicianus, o perrito de las praderas de cola negra, que habita en los pastizales de Janos,  Chihuahua y en parte de Sonora. En ambos casos, las poblaciones disminuyeron drásticamente en décadas pasadas por las campañas de exterminio por parte de ganaderos y agricultores de la región, al considerarlos plaga y transmisores de enfermedades. En el caso de Cynomys mexicanus, el problema deriva de la utilización de tierras donde habita naturalmente esta especie para el cultivo de papa y alfalfa, sobre todo en el sur de Nuevo León.