Las montañas del Hermano Mayor

Enclavadas en la costa caribe colombiana, las montañas que conforman la Sierra Nevada de Santa Marta constituyen un mundo único en su género, tanto por su geología como por sus aspectos bióticos e históricos. Considerada el macizo montañoso costero más alto del mundo, emerge abruptamente del Mar Caribe y alcanza alturas de más de 5,700 metros sobre el nivel del mar en una distancia menor a 50 Km en línea recta, una pendiente que sólo es superada por los Himalayas. Constituye un sistema montañoso independiente de la cordillera andina y es, en sí, una isla biológica que sirve como refugio para especies de flora y fauna de ecosistemas húmedos, ya que la región circundante es de tipo semiárida. Encontrándose, por lo mismo, una amplia variedad de hábitats, que van desde los matorrales semidesérticos, selvas tropicales, bosque de montaña, páramos y glaciares en los picos más altos. Por su altitud, la sierra es un importante catalizador del clima de la región, modificando el curso de los vientos y captando humedad atmosférica, lo que ha dado como resultado uno de los sitios más lluviosos del mundo, así como el ser una de las principales cuencas hidrográficas del país. Contiene los dos picos más altos de Colombia: el Simón Bolívar y el Cristóbal Colón.

Posee una extraordinaria riqueza biológica, con un alto porcentaje de especies de flora y fauna endémicas, es decir, que no se hallan en ningún otro lado. Son abundantes las orquídeas y diversos tipos de palmas y cactus. La sierra también cuenta con más de 600 especies de aves y son abundantes los mamíferos y reptiles. Dentro de su territorio se ubican dos áreas protegidas de gran belleza: el Parque Nacional Tayrona y el Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta.

Habitada desde hace casi 2 mil años, el hombre ha dejado vestigios importantes en varios puntos de la sierra. Teyuna, o Ciudad Perdida, es el sitio arqueológico más importante, perteneciente a la civilización tairona, un grupo indígena excepcional que dejó su huella en forma de templos, escalinatas, terrazas de cultivo, caminos y canales de riego diseminados por las montañas. Con la llegada de los españoles y sus enfermedades, su población se vio drásticamente disminuida y el resto tuvo que huir de la persecución de los conquistadores, ocultándose en las zonas más recónditas de la sierra. Sus descendientes, los kogui, los ika, los wiwa, subsisten en dispersas comunidades, totalmente dueños de su territorio y apegados a sus costumbres y tradiciones, con una filosofía de vida que la cultura occidental debería asimilar, siempre en armonía con su entorno y consciente de la necesidad de preservar sus recursos naturales. Etnias que consideran a la Sierra no sólo su hogar, sino el centro del mundo y el medidor del estado de salud de la Tierra. Etnias que se llaman a sí mismos "el Hermano Mayor", para diferenciarse del resto de la humanidad, considerados los "Hermanos Menores", objeto de sus constantes plegarias y preocupaciones y a quienes, como tales, hay que amar y conducir por la ruta correcta. Pero también se hallan bajo una presión cada vez mayor del mundo exterior, misma que se manifiesta en la trasculturación, la deforestación de sus tierras, la desaparición de los glaciares que consideran sagrados (fruto del calentamiento global), la violencia originada del tráfico de drogas...

Sin lugar a dudas, un sitio digno de visitarse, admirarse y protegerse.