Mujer araña soy, mujer colibrí soy...
Mujer águila soy, mujer águila importante soy.
Mujer que gira como el torbellino soy,
mujer de un lugar encantado soy.
Mujer de las estrellas fugaces soy....
El 13 de mayo de 1957, la revista Life publicó un artículo que, a la larga, sería un parteaguas en la historia contemporánea de los E.U.. Nada menos que el inicio de la era sicodélica, que definiría en su totalidad la década de los 60´s. Su título: En busca de los hongos mágicos. Su protagonista, una humilde mujer indígena oaxaqueña, ajena a la celebridad que cobraría desde entonces su persona: María Sabina.
Mazateca de origen, nació a finales del siglo XIX en Huautla de Jiménez, un territorio montañoso, remoto y de difícil acceso. Con una vida dedicada casi enteramente a sobrevivir, desarrolló el don de la sanación y la clarividencia, ayudada por el uso de los hongos que ella llamaba "los niños santos". Hongos cuyo uso se remontaba a las antiguas culturas mesoamericanas, que los llamaban teonanacatl (la carne de los dioses), y que fueron proscritos durante los más de 400 años de dominación española, bajo pena de muerte a quienes los usaran para ritos chamánicos. Su empleo permaneció como un secreto celosamente guardado por las diversas tribus indígenas del centro y sur de México, al grado que por mucho tiempo se dudó e incluso negó la existencia de los mismos.
No fue sino hasta 1939 cuando el botánico estadounidense Richard E. Schultes, en sus exploraciones en Oaxaca, logró determinar la identidad de dichos hongos, pertenecientes a diversas especies de los géneros Psilocibe y Panaeolus. Un año antes, un grupo lidereado por los antropólogos Bernard Bevan y Jean Johnson fueron los primeros extranjeros en presenciar una ceremonia de sanación en la que se utilizaron hongos. Los resultados de ambas expediciones, sin embargo, no tuvieron demasiada repercusión, al haber estallado la II Guerra Mundial. Pasarían algunos años más, y en 1955 Gordon Wasson, banquero neoyorquino y estudioso de los hongos y su uso por parte de grupos étnicos, tras haber leído los trabajos de Schultes, fue el primero en documentar la ceremonia de los hongos, siendo él también un participante junto con su fotógrafo Allen Richardson. Dicha ceremonia fue oficiada por ¿quién si no? María Sabina.
Ni Wasson ni los indígenas mazatecas que han participado de los ritos han sido capaces de describir con palabras exactas la experiencia vivida al ingerir los hongos.
Wasson dijo, en un momento dado, que los hongos llevaban a un estado mental absolutamente distinto, en el que las palabras de nuestro vocabulario ordinario fallan en describir las sensaciones que se están percibiendo. En un asombroso sincretismo entre su fe católica y su herencia prehispánica, María oficiaba ritos de hasta 5 horas de duración, repitiendo la liturgia de los santos al mismo tiempo que entonaba cánticos e invocaba a fuerzas e identidades para curar los males de sus pacientes. Algo notable, no cobraba por sus consultas. En cambio, esperaba que cada paciente le retribuyera como creyera más conveniente. Nunca se prestó para usar sus conocimientos con fines malévolos y vivió entregada a su vocación, aun cuando ésta generara incomprensión por parte de los foráneos. En más de una ocasión, ya desatado el furor en E.U. y Europa por los hongos, las autoridades judiciales trataron de impedir que siguiera ejerciendo como curandera y usando los hongos para ese propósito.
Con la publicación del artículo en
Life sobrevino la popularidad, y Huautla se volvió una especie de centro de peregrinaje para toda clase de personas, desde celebridades hasta hippies comunes
y corrientes. Con la popularización, por desgracia, sobrevino la vulgarización del uso de los hongos, pasando de una experiencia mística con un profundo significado religioso para los indígenas, a un simple pasón o entretenimiento de masas ociosas. Con el tiempo, aquejada por los males propios de la vejez y desencantada por la pérdida del poder divino de "los niños", María dejó de oficiar en persona las ceremonias, limitándose a bendecir los hongos y dejando que sus ayudantes hicieran el resto. Injustamente, murió en la miseria y el abandono, a pesar de que fue la principal causa de bonanza económica para su pueblo. Su legado, más allá de cuestiones económicas, está en su ejemplo por la búsqueda incansable de sabiduría, no en forma de conocimiento académico, sino como experiencias de vida, como resultado de la devoción y el esmero dedicados a su vocación, la sabiduría que viene también de una actitud humilde hacia todos. Ella misma lo explicó en una ocasión:
Ojalá que una imagen de tal calibre no se degenere en un simple souvenir hippie....
8 comentarios:
Hasta ahorita, es mi único sueño jamás alcanzado...y ya ni como.
Y es una prueba contundente de que la vida no es justa.
Porque habría de serlo?
2046
Champy:
¿Y por qué habría de no serlo?
Porque somos humanos, y nuestro destino es acabar unos a otros, aniquilarnos, exterminarnos..... La Historia te lo dice claramente.
Una Mujer como María Sabina, que nunca debería haber muerto, la hacerlo debió haber sido como reina, su legado es invaluable...y su muerte fue mas que sencilla.
2046
Champy:
Murió como una reina, rodeada de colibríes, en una cama de oro, cubierta por una sábana del más fino algodón, bajo la mirada atenta de un águila que esperaba, esperaba...
Pero los demás estamos tan ciegos, que no vimos todo eso. Seguro porque sus niños no quisieron despertarnos para ver. No importa tanto, todas las muertes son igual de sencillas.
Noé:
Cada quien encuentra la armonía a su manera. Vaya manera la de esta mujer, no?
Cada día me caes mejor.
Gus:
Cuando leí la biografía de esta mujer, casi que lloro, porque fue alguien que aprendió a vivir y a sacar provecho de lo que, a los ojos de los demás, no valía la pena.
El sentimiento es recíproco.
Ay que hermosa muerte....
Rodeada de Colibríes...
Quien la esperaba de aquel lado???
A donde se dirigió???
En que fue transportada???
Quien la esperaba???
2046
¿Quieren saber? Ok, escribiré una entrada al respecto. Éste se está volviendo un ejercicio de lo más interesante.
Gus:
Siiii, algo de tu ronco pecho.
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