Es de día. El sol alumbra ya desde hace varias horas sobre la copa de los árboles de la selva tropical. Debajo de ellos, sin embargo, continúa en penumbras. Diferentes formas de vida han dado inicio a sus actividades cotidianas. El llamado de los tucanes, semejante al croar de una rana, resuena con fuerza entre los pocos sonidos que se escuchan en el dosel. Por aquí y por allá, manadas de cerdos salvajes vagabundean en busca de comida. En verdad dejan hecho un desastre dondequiera que pasan, escarbando, removiendo raíces, hozando en madrigueras, chillando mientras se disputan algún bocado. Los trinos del cenzontle y la chispa iridiscente del plumaje del colibrí llenan de vida un mundo monótonamente verde...y silencioso. El venado avanza entre la vegetación, la hembra con su cría, recién nacida esta semana. Trémulos ambos, alerta ante cualquier sonido que indique la presencia de las garras, los colmillos, las manchas negras sobre el pelaje amarillo, la muerte súbita: el jaguar. El azul del cielo se ve surcado repentinamente por el arcoiris en movimiento que representan las bandadas de guacamayos en dirección a los comederos de barro a la orilla del río.
Los gritos estertóreos de los monos en las copas de los árboles rompen con este cuadro idílico. Los aterrorizados animales avanzan rápidamente entre el dosel. Olvidando toda precaución, se lanzan en saltos de más de 10 m entre las copas de los árboles. Una gran sombra gris vuela, sorteando con increíble facilidad el laberinto de hojas, ramas y bejucos. Con sólo un movimiento de alas, acelera increíblemente, pudiendo alcanzar hasta 180 km/h. Su aguda visión y fino oído le ayudan a detectar los movimientos de sus presas. Ya escogió la de este día. Ésta, desesperada, trata de guarecerse, donde sea y como sea. No lo consigue. La sombra gris extiende sus formidables garras y asesta el golpe. El cráneo de la presa cruje ante la presión ejercida. No hay ruido, no hay lucha ni forcejeo. El ataque es fulminante. El día de hoy, una enorme águila arpía ha capturado un mono saraguato. Una cría hambrienta espera en el nido, una plataforma enorme en lo alto de una ceiba de más de 50 m. El águila emprende de nuevo el vuelo, llevando en sus garras una presa que pesa casi lo mismo que ella. La tropa de monos se repone paulatinamente del trauma vivido. Vuelven a sus actividades: comer, espulgarse, dormitar....desde ahora siempre será con un ligero y nervioso atisbo hacia el cielo.....
3 comentarios:
Wow! Me gustó. Me recordó montones de cosas. Nos debemos ahora una ida a la selva también.
Cuando era scout, mi primer viaje Rover lo hice con un amigo a los alrededores de la presa de Malpaso. Gran viaje ese y gran historia (lástima que se quedaron mi libro reporte los cabrones del grupo).
Oye!!! Qué padre!!!
La presa Malpaso está como a hora y media de mi Tangamandapio natal. Aun hay selva en los alrededores. De hecho, la presa está cerca de la Reserva de la Biósfera El Ocote, donde se han avistado estas águilas, aunque no han habido reportes recientes. Gueyy!! Cada día me caes mejor.
Oye...así es allá donde dicen que es un edén???
Invita no seas gacho!
Yo pensé que de inmediato ibas a postear que te presenté a Caye y a Zule!
Caes gordo
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